El gesto de sacar una simple libreta con las tapas negras para anotar cualquier idea que nos ronde por la cabeza sigue teniendo plena vigencia en un tiempo donde teléfonos móviles o tabletas digitales parecen ser nuestros únicos compañeros de viaje. Lo cierto es que son muchos los que no renuncian al tacto del papel, a su rugosidad, a su olor y a la sensación de arrastrar el bolígrafo por la superficie para trazar en ella nuestros pensamientos, deseos o proyectos. Nuestro viejo amigo, además, nos permite hacerlo con gran agilidad y rapidez.

Es cierto que, por lo general, sigue siendo más cómodo dibujar sobre un papel que con algún soporte digital, pero también a la hora de escribir son muchos los que no renuncian al soporte tradicional. Existen incluso razones biológicas para entender por qué la escritura en papel se mantiene viva y ofrece más de una ventaja, pese a los reiterados anuncios sobre su inevitable desaparición.

Al escribir, por ejemplo, se estimula el sistema de activación reticular (SAR), que actúa como filtro de lo que nuestro cerebro necesita procesar. Esa activación del SAR desencadena un mensaje a la corteza cerebral que nos hace estar más atentos frente a lo que estamos escribiendo. Los estudios nos indican, así que los alumnos que toman apuntes a mano obtienen después mejores resultados que quienes lo hacen con el recurso del ordenador portátil.

libreta_moleskine_2También es cierto, claro, que la digitalización nos ofrece ventajas añadidas que no tenemos por qué descartar ni despreciar. Aunar de alguna manera lo tradicional con lo moderno, lo manual con lo tecnológico, es una realidad tangible en muchas parcelas y una aspiración a la que cada vez más somos los que nos unimos.

Un ejemplo de que la escritura a mano está lejos de desaparecer y de que todo es susceptible de mejorar gracias a la tecnología lo ofrecen las icónicas libretas Moleskine. Sí, esas que usaban pensadores, bohemios, poetas, creadores, científicos y escritores de principios y mediados del siglo XX, como el mismísimo Hemingway.

La empresa que las comercializa ha lanzado recientemente una nueva línea con la característica de que sus páginas funcionan con el bolígrafo digital de Anoto. La distancia entre lo que escribimos en ella y la pantalla del ordenador, de esta forma, queda reducida a su mínima expresión. Después, ya solo quedar hacer con esa versión digital de lo que hayamos escrito o dibujado en el papel lo que queramos.

 

Lo que Moleskine propone en el ámbito de las notas personales, lo ofrece Habitual Data desde una perspectiva más profesional, con soluciones empresariales para resolver las necesidades de captura y procesamiento inmediato de datos en procesos que siguen requiriendo el uso de papel.